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David Beriain 1977-2021

El reportero David Beriain (adaptación)

David Beriain Amatriain nació en Artajona (Navarra) en 1977. Como periodista se curtió en un pequeño diario del interior de Argentina, donde investigaba tramas de corrupción. Cubre conflictos armados desde el 2002, cuando tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York se inició la guerra de Afganistán. Luego Irak, Sudán, Colombia, Congo, Darfur, Cachemira, Venezuela o Pakistán son algunos de los escenarios en los que ha trabajado. Aunque su primera experiencia en zona de guerra tuvo lugar en Afganistán, en 2002, su verdadero bautismo de fuego fue la invasión estadounidense de Irak, en 2003, cuando con 25 años cruzó de contrabando las montañas del norte de Irak en el doble fondo de un camión para poder cubrir la guerra.

Ha sido corresponsal de guerra, pero también ha convivido con terroristas, narcos, sicarios y guerrilleros para rodar numerosos documentales, en los que trae a nuestro confortable mundo esa parte dura, oscura y clandestina que no conocemos de la realidad. El periodista artajonés confiesa que su secreto para lograr tantas exclusivas impactantes es ser ‘un navarro cabezón’, lo que le ha procuró pasar diez días en los campamentos de las FARC, acompañar a guerrilleros sudaneses, recorrer los bastiones talibanes, entrevistar a presos de Guantánamo, visitar mercados de armas clandestinos o viajar a ras de suelo por la Venezuela armada.

Su último escenario ha sido muy cruel en Burkina Faso. Empotrado junto con el camarógrafo baracaldés Roberto Fraile en un convoy mixto, con miembros de oenegés y comandado por autoridades militares del país persiguiendo desenmascarar la caza furtiva, sufrieron una emboscada en la región de Kompienga a cargo de un grupo ilegal armado, siendo capturados. Inmediatamente, David y Roberto fueron ejecutados junto con dos acompañantes, un ciudadano irlandés y otro burkinés, miembros de una ONG del país africano.

Sus compañeros de la Asociación de Periodistas de Navarra le otorgaron en 2010 el galardón Teobaldo al trabajo periodístico en Defensa de los Valores y los Derechos Humanos porque “le enganchan las conversaciones con las personas que sufren y viven la realidad de la guerra, ese privilegio de estar ahí y compartirlo con ellos, esa ventana a su mundo y esa posibilidad de contarlo; David persigue que alguno de los lectores se ponga en las botas de esa gente, que entienda más allá de los números concretos y de la geoestrategia, que comparta y que sea sensible ante la falta de valores y la carencia de derechos humanos en este planeta”.

EL INICIO: ARTAJONA, SU MUNDO

Como recorre el mundo siendo protagonista de vivencias únicas, cabría pensar que sus referencias fueran periodistas míticos o corresponsales de guerra de leyenda. Pero no. Para David, esas referencias estaban en su pueblo, en Artajona, que fue su mundo hasta los 18 años. En cierta forma siempre lo fue porque aquellas vivencias le hicieron ser como fue. Allí escuchó historias de vecinos que se fueron por el mundo ofreciendo su ayuda a los demás, la mayor parte misioneros. Esas historias le impactaban, le llenaban de curiosidad. Se propuso explorar otros países y echar una mano, interesándole diversas cosas: política, sociología, historia, filosofía, psicología, antropología… ¡Incluso la teología!  Finalmente eligió el periodismo casi porque era la carrera que menos cosas dejaba fuera y, además, le gustaba escribir.

Llegó a la Universidad de Navarra sin tener ni idea de si ese era su camino. Lo que sí sabía era que quería viajar, sobre todo a América Latina, porque ahí estaban las referencias de esa gente que conocía su familia y que habían estado allí. Alguien le sugirió que, ya que estudiaba periodismo, fuera como reportero. Y con 18 años, recién terminado el primer curso, escribió cartas a varios medios de comunicación de Sudamérica. Solo le contestó el director de un pequeño periódico de Santiago del Estero, un lugar perdido de Argentina. Aquél director tenía un hijo que había pasado por la Facultad de Comunicación, en Pamplona, siendo compañero de David, y le hizo gracia que quisiera ir. Así que, en las vacaciones, antes de comenzar segundo, se plantó allá.

Se presentó al jefe de redacción de aquel periódico confesándole que no sabía nada, pero asegurándole que tenía muchísima pasión y que quería ayudar. Le dijo que, como no conocía ese lugar, igual podía echar una mano con las noticias internacionales, a lo que aquél su jefe, tras mirarle de arriba a abajo, le dijo que iba a ir a la calle, como todos, que es donde están las historias, donde está la gente.

VIEJO PERIODISMO

David mamó el periodismo antiguo y tradicional de hablar con las fuentes, de ver y sentir, desde muy joven. Eso le hizo ser el periodista que fue. Su primera información la cubrió, junto a otro reportero, en un manicomio sobre el que existían denuncias de que se estaba violando a pacientes. Una vez publicada esta historia, su situación cambió y se concienció de que eso es lo que quería hacer toda la vida. Aquella experiencia le hizo ver que le interesaban las situaciones más duras y no tanto las noticias en sí, sino las personas que las protagonizaban, descubrir lo que llamamos ‘naturaleza humana’. David comenzó a frecuentar ambientes difíciles en los que no existen los mecanismos de los que la sociedad se dota para poder vivir, como la diplomacia, la educación, la necesaria hipocresía, y donde la gente se revela como lo que es, en lo malo y en lo bueno. Eso le enganchó.

Repitió la experiencia de Santiago del Estero dos veranos más y, después, vivió allá otros dos años. Le hicieron jefe de la sección de sucesos, pero enseguida comenzaron a llamarle más la atención los desmanes que hacían los policías, los políticos y los jueces y se dedicó al periodismo de investigación. Tenía 22 años y recibía amenazas de muerte, pero sus informaciones abrieron una vía por la que entraron medios nacionales y provocaron la caída de un gobierno corrupto y caudillista.

Eso sí, su pequeño periódico tuvo que dejar de publicar sus historias porque estaba muy presionado y regresó a España, donde también le esperaba su pareja. Aquí se aburría un poco porque no encontraba temas con aquella fuerza. Trabajaba en La Voz de Galicia cuando se produjo el 11S y para entonces David había leído un libro sobre los talibanes y Al QaedaEn ese momento, en el que nadie sabía qué estaba pasando, él sabía algo más. Fue enviado a Afganistán con las tropas españolas y allí volvió a sentir lo que sintió en Argentina. Luego les convenció para cubrir la guerra de Irak y la de Darfur. Regresó seis veces a Afganistán y otras seis a Irak. La verdad, fue muy afortunado, bueno y muy pesado. Cogió fama de ‘navarro cabezón’.

EN TIERRAS HOSTILES

En marzo del 2008 se convirtió en uno de los pocos reporteros que conseguía entrar con una cámara de vídeo en los campamentos de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Su serie de reportajes ‘Diez días con las FARC’ abrió una ventana exclusiva al mundo clandestino de la guerrilla colombiana. Aquel trabajo le valió el Premio José Manuel Porquet de periodismo digital y ser finalista en el Bayeux-Calvados, el más prestigioso del mundo para corresponsales de guerra. Fue seleccionado en una lista en la que están medios como The New York Times, The Times, Liberation o Paris Match.

En la primavera de 2009 se unió a Cuatro TV, integrando el equipo de REC (Reporteros Cuatro), liderado por Jon Sistiaga. Su primer destino fue Afganistán. Junto a Sergio Caro, el fotógrafo y cámara con el que realizado la mayor parte de sus trabajos en su primera etapa, se embarcó en un viaje de tres meses para investigar a qué se enfrentan las tropas españolas desplegadas allí. Llegó hasta el comandante talibán que había ordenado la muerte del brigada Juan Andrés Suárez y del cabo Rubén Alonso Ríos. Habló con comandantes insurgentes, con talibanes de a pie, entrevistó a futuros suicidas y acompañó al combate a soldados norteamericanos que operaban en las mismas zonas que los españoles.

En esta época realizó varios documentales, entre los que destacan ‘Baby sicarios en Colombia’ —cuya emisión tuvo más de un millón y medio de espectadores con una cuota de pantalla del 11,5 por ciento—, ‘Los guardianes de Chávez’, ‘Afganistán: españoles en la ratonera’, ‘Irak, sin yanquis’ y ‘Congo, tierra violada’.

Y SE HIZO EMPRESARIO

Ya tenía su territorio profesional, pero aún no había dado con la forma. No le satisfacía contar que un ejército había avanzado 350 metros. Lo que quería era estar con ese tipo que estaba en ese ejército y preguntarle: “Oye, ¿por qué estás aquí?”. Se dio cuenta de que necesitaba pasar tiempo, enfocarse más en los personajes, y eso significaba recursos porque su periodismo era el de introducirse en la realidad. Ese periodismo de inmersión, por definición, se tenía que ver e inició su coqueteo con el vídeo. Primero fue en internet, donde publicó algunas de sus grandes exclusivas; por ejemplo, cuando entró en los campamentos de las FARC o cuando entrevistó a los talibanes. Eso hizo que le ficharan para realizar documentales televisivos.

Comprendió que lo que conseguía era algo demasiado delicado como para dejarlo en manos de otros, para que al final un jefe decidiera sin estar sobre el terreno ni saber los compromisos que tenías con las fuentes. Así, se percató de que tenía que ser empresario, productor, y en 2012 hizo realidad uno de sus sueños fundando junto con el periodista Adriano Morán y el ingeniero especializado en extracción de petróleo Ignacio Revuelta —que decidió reinventarse pasando al audiovisual— la productora ’93 metros’, con sede en el barrio madrileño de Chamberí, de la que fue director, dando empleo a unas cuarenta personas.

Se trata de una productora audiovisual especializada en grandes formatos documentales basados en accesos únicos y exclusivos a mundos clandestinos, que persigue encontrar y contar grandes historias que reflejan la realidad más radical, intensa y emocionante. En esta nueva etapa, en la que David realizó varias series documentales, destacan ‘Amazonas, el camino de la cocaína’, ‘Yasuní, genocidio en la selva’ y ‘Clandestino’ —en la que, por ejemplo, en México vendían en el top manta el capítulo sobre el ‘Cártel de Sinaloa’ porque nunca nadie había accedido a ellos—, entre otros trabajos. ‘Clandestino’ se ha visionado en 120 países y fue elegida, por segunda vez, como uno de los cuatro mejores programas de actualidad del mundo.

UN NAVARRO CABEZÓN

Cómo consiguió David ser admitido por quienes mandan en los mundos peligrosos en los que se mueve lo explica su cabezonería navarra, que le dispuso a fracasar más veces que los demás pero que… no le gustaba el fracaso; así que insistía hasta que alcanzaba lo que perseguía. No había fórmulas secretas para David; se trataba de trabajar mucho para conseguir contactos y enlaces desde la humildad, porque no sabía nada de adónde iba ni de la persona que entrevistaría.

Su inmersión de cuatro meses en el Cártel de Sinaloa es un ejemplo. Fue enlazando contactos para llegar hasta arriba. Se presentó ante el jefe del cártel y le dijo que quería hacer una información honesta, a lo que le contestó que no le conocía de nada y que si estaba allí era porque le había llevado una persona cuya vida dependía ahora de si David se columpiaba. Es era el juego del único lenguaje que entendía, el de las garantías; y la garantía suprema es la vida.

Es un juego de confianzas en el que los argumentos principales son la empatía y la responsabilidad. Por eso decidió fundar una empresa, para controlar ese contenido. Es un terreno en el que era necesario actuar con honestidad porque se movía entre gentes que dejaban muy poco margen para el error, personas a las que no había que mentir jamás.

En ‘Clandestino’ salen guerrilleros, terroristas, sicarios a los que no robó ni un plano; no hubo cámaras ocultas. No hubo engaños y, claro, aunque no fuera a ser una apología de nada, David entendía que tampoco había que dar motivos para que le dijeran si ha sido injusto o deshonesto. En su trabajo, la realidad superó a la ficción en experiencias que es imposible que se las inventara un guionista.

SICARIOS EN MADRID

Realizó un documental sobre sicarios sin salir de un radio de cinco kilómetros en torno a su casa de Madrid. Personas a las que se les considera que son una especie de animal diferente porque matan para vivir y que pensamos que existe una distancia sideral entre nosotros y ellas… y no es así. David llegó a sentir vértigo cuando fue consciente de que hay un montón de cosas de los sicarios que también están en las personas normales y eso le asustó tanto o más que las amenazas.

David ha dado voz a personas de las que, en principio, no debiéramos tener nada que aprender, pero claro que sí, que se puede aprender de ellos muchísimo. David aprendió de cada una de las respuestas, de cada una de aquellas personas. Les hizo a todas lo que él considera la ‘pregunta del navarro’: “¿Y tu madre qué piensa de esto que haces?”. Ahí obtuvo las mejores respuestas, increíbles. Y ni tan siquiera rozó el morbo; no hay más que ver sus documentales. Vivir estas realidades para él fue fascinante y quiso que el público compartiera su fascinación.

LA CLAVE DEL ÉXITO

Tal vez el verdadero mérito del periodista David Beriain no haya sido conseguir que le abrieran la puerta en la Camorra de Nápoles. Tampoco infiltrarse en el Cártel de Sinaloa, la mayor organización criminal activa ahora mismo, la red que dirigía el Chapo Guzmán. Ni siquiera acceder a la Mafia Albanesa y su lógica de vendetta. Tampoco tener la paciencia de esperar durante tres meses en un hotel decrépito en la República Dominicana a reunirse con unos narcotraficantes que jamás van a responder a su petición. Ni entrar en una cárcel venezolana para hablar con un ex policía reconvertido en secuestrador. Su mérito puede que estribara en su forma de trabajar, en ese periodismo tan particular y tan sencillo y directo, que logra que el espectador se pregunte si sería capaz de hacer lo mismo que los protagonistas de sus documentales; si seríamos capaces de transportar droga; de asesinar por dinero; de secuestrar… y todo, por ejemplo, por dar de comer a nuestros hijos. Tal vez aquí estriba buena parte del éxito del trabajo de David.

David, Teobaldo a la Defensa de los Valores y Derechos Humanos, en octubre de 2010 junto al resto de premiados.

ANEXO // CLANDESTINO

‘CLANDESTINO’ SE HA VISIONADO EN 120 PAÍSES Y FUE ELEGIDA, POR SEGUNDA VEZ, COMO UNO DE LOS CUATRO MEJORES PROGRAMAS DE ACTUALIDAD DEL MUNDO.

David Beriáin, ha destacado por su serie ‘Clandestino’, en la que, por ejemplo, en México vendían en el top manta el capítulo sobre el ‘Cártel de Sinaloa’ porque nunca nadie había accedido a ellos. La serie, antes de llegar a centrarse en España, recorrió el planeta. Clandestino comenzó con ‘El ejército perdido de la CIA’, enmarcado en uno de los capítulos más sangrientos de la Historia: la Guerra de Vietnam. Considerada por muchos inacabada, la contienda acabó con la vida de un millón de combatientes y dos millones y medio de civiles. ¿Ha terminado realmente? Para responder a este interrogante que muchos quieren silenciar, Beriain y su equipo viajaron desde Washington D.C. hasta la jungla del sudeste asiático con el objetivo de encontrar a los ‘Hmong’, el «ejército perdido de la CIA». Esta etnia minoritaria de origen chino, que vivía en Laos, combatió junto con el ejército estadounidense en la Guerra, razón por la cual fueron perseguidos durante más de 40 años por las autoridades del país. Laos se convirtió en el país más bombardeado de la Historia, más que Alemania y Japón juntos durante la II Guerra Mundial.

Y de Asia a África. El segundo episodio abordó el tráfico de cuerno de rinoceronte en Sudáfrica y Mozambique, con poderes curativos para ciertas culturas asiáticas que lo convierten en un amuleto que ronda los 100.000 euros el kilo en el mercado negro.

Perú fue el siguiente destino de Clandestino, donde se investiga el tráfico de bienes arqueológicos y el saqueo de los nichos de los muertos. Beriain destaca que el país, una inmensa huaqua o tumba, guarda aún por descubrir el 80 por ciento de su patrimonio arqueológico.

Clandestino sigue la estela de Amazonas clandestino, programa emitido en Discovery MAX y nominado como uno de los tres mejores formatos de actualidad del mundo en los últimos Premios Realscreen. Un reflejo de que el periodismo es más necesario que nunca siempre que, como firma Beriain, los periodistas sean honestos y sirvan a la sociedad.

Posteriormente, tras años recorriendo el planeta accediendo a numerosas organizaciones criminales que trabajan en la clandestinidad, David Beriáin centra Clandestinos en miembros, colaboradores y víctimas de grupos criminales que operan o tienen vínculos estrechos con España. Clandestino en España consta de ocho entregas en las que se muestran algunos complejos y herméticos grupos criminales que operan en territorio español, como las mafias de la inmigración en la zona del Estrecho, los cárteles de cocaína, el negocio de los sicarios, la presencia de mafia italiana en ciudades como Barcelona, el tráfico de personas o el negocio de la marihuana.

En los dos primeros episodios, David Beriain nos introduce en la realidad de las mafias que trafican con personas migrantes que tratan de llegar a Europa a toda costa. Para ello, viaja a ambos lados del Estrecho, desde Málaga y Almería hasta Ceuta y Tánger. Unas redes que han generado un negocio multimillonario sustentado en la muerte de centenares de inocentes en el Mediterráneo.

A lo largo de los siguientes seis capítulos que componen esta entrega de Clandestino y de la mano de Beriain la serie hace un recorrido por diversas actividades ilegales que se han asentado en nuestro país en los últimos años. Desde el hermético mundo de las ‘oficinas de cobro’ de sicarios en España, que se cobran las deudas por narcotráfico con la vida de sus víctimas, o la relación entre el narco y la Camorra, o las cerca de 40.000 inmigrantes que son actualmente víctimas de la trata de seres humanos con fines de explotación sexual en España. Por supuesto, con episodios destinados al tráfico de droga, un tema que ya es marca de la casa. Analiza cómo España es la principal puerta de entrada a Europa de la cocaína o cómo la crisis económica favoreció la aparición de un nuevo negocio clandestino: el cultivo de marihuana en instalaciones de interior.

La gran repercusión obtenida dentro y fuera de nuestras fronteras por las cuatro anteriores temporadas de Clandestino, que ya se emite en más de 80 países, ha llevado a DMAX a apostar por esta nueva producción local que dirige Beriáin que, por primera vez, se sumerge de lleno en aquellos problemas que afectan de manera directa o indirecta a la población española. Un ejercicio que no ha estado exento de peligros y tensiones durante su producción, pero que cuenta con un innegable interés periodístico y social inédito en la pequeña pantalla gracias al empeño de DMAX por seguir mostrando nuestra realidad sin filtros. Periodismo de inmersión que transporte al espectador a la piel de los protagonistas, ese es el reto que siempre ha marcado David Beriain.

‘Clandestino’ ha sido nominado por segundo año consecutivo a los RealScreen Awards en la categoría de Actualidad, compitiendo con producciones de HBO, Netflix y Lifetime.