Discurso de Miguel Ángel Barón Calvo, Presidente de la Asociación de Periodistas de Navarra en el Acto conmemorativo del Día Mundial de la Libertad de Prensa y de apoyo a la labor de cuantos ejercen esta profesión en el Parlamento de Navarra
08/05/2014
Según un informe de la organización Freedom House, la libertad de prensa en España alcanza, hoy en día, su nivel más bajo durante la democracia. Desde 1978, la libertad de prensa nunca había estado tan amenazada en España como lo está hoy. La independencia de los periodistas españoles ha disminuido de manera suave, pero constante en la última década, hasta colocarse al nivel de naciones como Ghana, Surinam o Islas Salomón y estamos a punto de codearnos con Argelia, Guatemala, India o Mongolia.
De los 28 puntos negativos que asignaron a España, 14 se explican por las ataduras impuestas desde el poder político, 8 por condicionantes económicos y 6 por limitaciones legales a la libertad de informar. Estamos en el lugar 52 del mundo. En los últimos años nos han adelantado países salidos del telón de acero, islas perdidas en mitad del Pacífico y naciones latinoamericanas. Portugal nos saca ya diez puntos. La República Checa, ocho. Eslovaquia y Lituania, cuatro. Uruguay, Tuvalu y Polonia, dos.
Para que se sitúen, les diré que, por encima nuestra, Alemania está con 17 puntos negativos, Francia con 22, seguido de Reino Unido, y que por debajo, en otra categoría, está Italia, a causa del monopolio televisivo de Silvio Berlusconi. Muy por encima están Holanda, Suecia y Noruega, que encabezan la tabla con 10 puntos. Siempre nos queda el consuelo de estar aún muy lejos de países como Rusia con 81 puntos negativos, China con 84, Cuba con 90 o Corea del Norte con 97, donde se encarcela y asesina periodistas críticos.
En este capítulo, se cerró el año pasado con cerca de 40 periodistas fallecidos en el ejercicio de sus funciones; 75 fueron asesinados; 177 encarcelados; 87 secuestrados –un 129% más que el año anterior-; y 2.160 recibieron amenazas o sufrieron agresiones físicas por informar.
El país más peligroso para ejercer el periodismo es Siria, seguido de Somalia y Pakistán. Y el mayor número de encarcelamientos ha tenido lugar en China, Irán, Eritrea y Turquía. Asimismo, las agresiones a periodistas han tomado fuerza en Egipto, Yemen o Baréin, extendiéndose a Filipinas y Ucrania.
Volviendo a España, en 1994 fue el país más libre del planeta, comenzando la caída, con altibajos, siendo ésta constante desde 2006.
Mucha culpa la tiene la crisis económica. Hemos visto cómo los medios de comunicación despedían periodistas; cómo cada vez hay menos compañeros ejerciendo y en peores condiciones. La industria mediática está disminuyendo y esto hace que los periodistas se vean obligados a callar, agobiados con la posibilidad de perder su trabajo. En muchos casos la situación conduce a la autocensura, a no cubrir ciertas noticias por miedo a los editores y al poder.Al mismo tiempo, la diversidad de opinión que ofrecen los medios de comunicación está disminuyendo. Y esto está ocurriendo, en general, en países con democracias consolidadas.
Sin embargo y pese al empeoramiento sufrido, especialmente en los últimos cinco años, seguimos siendo un ‘país con libertad de prensa’. Ahora toca defenderla.
Al Periodismo no le puede hacer daño nadie; al periodista sí. El periodista es un ser humano que, lógicamente, puede llegar a sufrir. Pero, ¿saben?, el periodista bebe del Periodismo y ésta es una fuente inagotable, viva, fresca, con el respaldo de un aliado invencible; este aliado es la sociedad.
Los ciudadanos saben perfectamente lo que los periodistas hacen por ellos; el Periodismo es el garante de las libertadesy nosotros, los que nos dedicamos a ello, somos los depositarios de la confianza que nunca hemos de defraudar.
Pero sí, el periodista es –somos- seres vulnerables en cuanto que, como humanos, tenemos sentimientos y consumimos emociones. Y además, como en otros sectores, sufrimos las consecuencias del desajuste social y económico que ha hecho ya demasiado daño. Como dije hace un año en esta sede, nosotros no venimos ni llorar ni a lamentarnos. Hemos visto mucha desgracia ya. Pero ni el lloro ni el lamento es solución. Si estamos atravesando el desierto, cuanto más avancemos, antes lo dejaremos atrás.
Lo estamos pasando mal, muy mal, pero eso no impide que cada día afrontemos la labor, el reto permanente, con el mismo celo e ilusión que la primera vez; porque cada día es un comienzo, porque la actualidad siempre es nueva y porque el ciudadano quiere escuchar todo aquello que le podamos contar.
Ustedes, los políticos, también son personas que sienten, se emocionan y sufren. (…) No sé qué ha pasado de un tiempo a esta parte en el que, desde diferentes atalayas se ha abierto fuego a discreción, en todas direcciones, originando hondas heridas de manera gratuita. No tenemos por qué ser amigos –que también- pero no debemos perder la cabeza, ni unos ni otros. Pasemos página; avancemos; caminemos; hagamos cada uno su trabajo.
Ustedes, hace un año, apoyaron de manera unánime el manifiesto en Defensa del Periodismo, y les agradecimos aquél espaldarazo a nuestra labor y a la Democracia. Ahora, defendemos la vigencia de la política y del periodismo, dos ejercicios necesarios, uno para articular la democracia y el otro para garantizar el derecho a la información. Y también defendemos –como así lo hicimos entonces- que debemos caminar en el mismo sentido pero por diferente senda, porque lo importante es dar con la salida de este laberinto diabólico manteniendo la esperanza en un futuro mejor.
Solo pedimos libertad de ejercicio; libertad de acción a los poderes públicos; libertad de opción a los medios de comunicación; libertad de opinión para los ciudadanos y Libertad de Expresión para todos. Hoy es el día en el que celebramos la palabra. La palabra pensada y volcada en el humano ejercicio de la Comunicación en los pueblos; la palabra veraz de la Información en los periodistas; y la palabra libre, Parlamentada, aquí, en la casa de la soberanía de todos los navarros, el lugar en el que ustedes han de fomentar el bien común, con sentido de la justicia, con discusión pero con el debido respeto al semejante, porque de esta manera nos sentiremos no solo representados sino valorados como pueblo.
El gran reto ahora es manifestar unidad y fortalecer una autorregulación responsable, que evite injerencias externas. Sabemos lo que tenemos que hacer. Sabemos que tenemos que mirar a los ojos a esas personas a las que les interesan las noticias cercanas, lo que pasa en su entorno, lo relacionado con la enseñanza, la salud, el bienestar. En definitiva, lo que afecta a su día a día y puede modificar su manera de pensar. Esto lo sabemos. Y lo que pedimos a los medios de comunicación es que sean originales, que nos dejen aportar calidad y valor para los lectores, los oyentes o los televidentes; que apuesten por lo que de verdad interesa al público y no por lo que ellos consideren importante.
Y además de esta cercanía, si de verdad somos un mundo globalizado, no debemos obviar lo que ocurre en otras latitudes. En los últimos 15 días, mientras hemos sabido que aquí, en fiestas de un barrio de Pamplona, ha habido una grave agresión sexual a una chica; que se han exaltado las verduras en Tudela; y que toda Navarra sufre porque Osasuna puede bajar a Segunda División… también hemos sabido que en Siria, al enemigo le aplican una violencia difícil de describir y lo matan en la cruz; que a las embarazadas les abren el vientre y les roban los bebés, con cuyas cabezas –en una violencia que no tiene límites- juegan al fútbol y se columpian colgando el cordón umbilical de los árboles.
Hemos sabido también que en Nigeria, una banda de degenerados se llevó de una escuela de la localidad de Chibok a más de 200 niñas a las que violan unas 15 veces al día y luego venden por menos de 10 euros. Eso la que no opone mucha resistencia, para evitar ser degollada.
Una de esas secuencias sobresalientes que ocurren en estos indignos escenarios, uno de esos momentos que nos hacen abrir los ojos, estuvo en un niño sirio, muy pequeño que, herido de muerte a causa de la guerra, en su último aliento dijo: “Cuando muera, se lo contaré todo a Dios”. Seguramente no entendía por qué debía sufrir las consecuencias de unos miserables que juegan con el futuro y con la vida humana, como el que juega al ajedrez.
Esta es la visión real del mundo, es lo que pasa, y a nosotros nos la cuenta un puñado de periodistas que se juegan la vida en esos lugares. Sin embargo, la desunión y la deshumanización nos castigan, una vez más, viendo que el mundo se mantiene impasible ante estas atrocidades.
Hoy dejamos de lado el cainismo que parece acompañar siempre al periodismo y decimos, gritamos a todos los que nos quieran escuchar, a nuestros compañeros, a los medios de comunicación, a ustedes los políticos, a los agentes sociales, a nuestros jefes, a todos, que se nos acerquen, que estamos defendiendo la Democracia. Y esto no es grandilocuencia; sencillamente, es verdad.
Me van a permitir que les anime a leer un libro que nos obligaron a eso de las 12 años, en el colegio, y que, a esa edad, apenas pudimos sacar conclusiones. El título es El Principito; sin duda, un libro para adultos. Van a disfrutar y van a comprender. Aquí tengo un ejemplar que voy a regalar al presidente.
- El Principito tenía una rosa en todo su planeta. Era, por tanto, única en el mundo. Al menos, eso creía. Su relación con la rosa fue fría y, desconcertado, abandonó el planeta para descubrir otros. Y tal vez para olvidarla.
- En la Tierra, descubre un jardín con cien mil rosas, idénticas a la suya; y se decepciona.
- Y es un zorro quien le explica por qué la suya es única; porque es la rosa que él riega. “Lo esencial es invisible a los ojos; sólo se ve con el corazón”, explicó.
- Y recuerda entonces la última vez que la regó… cuando ella le dijo que le quería… pero que no detuviera su marcha del planeta si así lo había decidido; tal vez le animó a irse para que no la viera llorar.
- Y entonces, el Principito, se lamentó porque se percató de que no comprendía nada cuando estaba a su lado.
De lo que podía haber sido una gran relación de amor y comprensión, no hubo nada por falta de comunicación.
Queridos compañeros, señores parlamentarios; en ocasiones nos comportamos como El Principito en su pequeño planeta; no olvidemos nunca que la sociedad es nuestra rosa.