JORNADA 31 – 17/03/2018 [Osasuna – Real Zaragoza]
Por Javier Irurtia Orzaiz
Aunque no los frecuento, o quizá por eso, cuando me asomo a un estadio de fútbol o una plaza de toros tiendo a fijarme más en el paisanaje del graderío que en el espectáculo sobre el césped o la arena.
En mi última visita a El Sadar, lo reconozco, reparé también en un detalle del campo que, pese a no ser novedad, me llama la atención: el trío arbitral no viste de negro. Es más, lucía una camiseta azul celeste. Será la evolución de la moda deportiva, pero encuentro que esta licencia colorida resta cierta autoridad al árbitro (¿qué puede resultar más riguroso que un señor vestido de negro?). Y además, vacía de toda gracia la ocurrencia de un compañero de carrera que llamaba Colegio de Árbitros a la Facultad de Teología de nuestra universidad.
Volvamos al público. Me fijo en el personal de seguridad que controla los accesos y vigila el orden en las gradas. Escudriño los petos naranjas para descubrir si existen distintos niveles. Sí, están numerados, pero todos incluyen la misma palabra: steward. Esperaba otra leyenda, que indicara la categoría, el área que controla cada uno o, al menos, el término seguridad en inglés.
El hecho de que mi acompañante tampoco supiera qué significa steward, azuzó mi imaginación hasta el punto de hacerme recordar que, en otra ocasión, la palabra rotulada en los petos era distinta. Y le encontré una explicación: en cada partido, al personal de seguridad le entregan un peto con una palabra diferente, que no significa nada, elegida de manera aleatoria. Sin duda, una medida perfectamente ideada para que nadie ajeno al servicio pueda hacerse pasar por personal de seguridad. Me estaba preguntado si una iniciativa tan sofisticada vendría de la misma FIFA o de la Federación Española cuando mi acompañante, tras bucear en Google, me arrancó de mi elucubración: “Steward significa mayordomo en inglés, pero el nombre aparece en los petos porque es una empresa dedicada al control de seguridad en eventos”.
Tanto esfuerzo elaborando mi teoría tuvo la misma recompensa que el buen trabajo de Osasuna ante el Zaragoza: ninguna.