JORNADA 13 – 27/11/2016 [Osasuna – Atlético de Madrid]
Por Javier Irurtia
Decía Ramón de Campoamor que “nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Ayer, desde la cabina 34 de El Sadar, el partido Osasuna-Atlético de Madrid se veía a través de un cristal con predominio de tonos rojiblancos. Difícil seguirlo con otro enfoque cuando la grada situada bajo la cabina está poblada de miembros del Frente Atlético.
Cierto es que no pararon de animar a su Atleti. Escuchando su repertorio, y el que provenía de Graderío Sur, volví a echar en falta un análisis serio (de carácter sociológico-musical-antropológico) sobre el origen y evolución de los cánticos que se oyen en los campos de fútbol. Porque si algo llama la atención es que casi todas las aficiones comparten melodías, si bien cada una compone sus propias letras.
Aunque uno ha oído adaptaciones tan meritorias como inverosímiles con rimas más o menos forzadas, que a duras penas podría soportar un melómano sin sufrir un colapso, ayer la grada coreaba dos temas tuneados que todavía van un paso más allá: «Los ríos de Babilonia», canción original de los Boney M., y la melodía de inicio de la serie «Pippi Calzaslargas». Atendiendo a los años de origen de ambos temas, resulta evidente que la edad de los creativos debe de rondar la cincuentena.
Y mientras tanto, un poco más lejos de la cabina 34, Indar Gorri daba muestra de su compromiso incondicional coreando «Osasuna nunca se rinde», cuando el Atlético de Madrid ya había marcado los dos primeros goles.
Volviendo a las melodías comunes de las hinchadas futbolísticas, me contaron que un joven aficionado rojillo sostiene convencido que el «You’ll never walk alone», mítico himno del Liverpool, fue copiado por el conjunto inglés de los seguidores osasunistas. Eso sí que es afición.