Desde el Colegio Navarro de Periodistas / Nafarroako Kazetarien Elkargoa y la Asociación de Periodistas de Navarra apoyamos los actos de este 8 de marzo para impulsar las reivindicaciones de las mujeres, que persiguen el beneficio del conjunto de la sociedad. Asimismo nos sumamos a las manifestaciones y expresiones que desde los diferentes ámbitos se lleven a cabo, especialmente en el campo del periodismo y la comunicación, y recordamos que la igualdad es cosa de todos.
Creemos que el periodismo y la comunicación, en cumplimiento de la función social que se les reconoce y exige, juegan un papel fundamental como canalizadores y generadores de no discriminación, incluida la de género. La Organización Internacional del Trabajo afirma que los medios de comunicación juegan un papel importante en la erradicación de cualquier discriminación: “como conformadores de la opinión pública, tanto quienes elaboran los contenidos como quienes los seleccionan y presentan a la ciudadanía, (…) tienen una responsabilidad en la consecución de una sociedad igualitaria”.
Por ello, el Colegio y la Asociación de Periodistas de Navarra anima a las administraciones, empresas periodísticas, sindicatos y asociaciones profesionales a unir esfuerzos para lograr que la igualdad de género en nuestro ámbito de trabajo sea una realidad cuanto antes.
Nos sumamos, por tanto, a las demandas de justicia e igualdad que hoy se reivindican. La Federación de Asociaciones de Periodistas de España ha dejado de manifiesto en numerosas ocasiones que las mujeres desempeñan un papel importante en el sector de los medios de comunicación y la cultura, pese a que todavía deben hacer frente a problemas de discriminación y en ocasiones reciben una remuneración inferior por el mero hecho de ser mujeres. Por eso, el compromiso no solo ha de partir de los profesionales de ambos sexos, sino de las y los responsables de los medios de comunicación y las administraciones, que han de garantizar la igualdad en el empleo, en las condiciones de trabajo y en la definición de los criterios que han de primar en la selección de la información y el enfoque sobre temas de género, desde todas las perspectivas.
Una mirada a la ciega legislación actual
El artículo 14 de la Constitución Española (1978) dice que todos los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
La Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres (2007) reconoce en su preámbulo que “El pleno reconocimiento de la igualdad formal ante la ley, aun habiendo comportado, sin duda, un paso decisivo, ha resultado ser insuficiente.
La violencia de género, la discriminación salarial, la discriminación en las pensiones de viudedad, el mayor desempleo femenino, la todavía escasa presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad política, social, cultural y económica, o los problemas de conciliación entre la vida personal, laboral y familiar muestran cómo la igualdad plena, efectiva, entre mujeres y hombres, es todavía hoy una tarea pendiente que precisa de nuevos instrumentos jurídicos.
El vigente Estatuto de los Trabajadores (2015), en su artículo 17, sobre la no discriminación en las relaciones laborales, dice que “se entenderán nulos y sin efecto los preceptos reglamentarios, las cláusulas de los convenios colectivos, los pactos individuales y las decisiones unilaterales del empresario que den lugar en el empleo, así como en materia de retribuciones, jornada y demás condiciones de trabajo, a situaciones de discriminación directa o indirecta desfavorables por razón de edad o discapacidad o a situaciones de discriminación directa o indirecta por razón de sexo …”.
Todas estas referencias legales, vigentes y de plena aplicación en nuestro ordenamiento jurídico, reflejan sin duda el interés al menos de los legisladores por erradicar cualquier tipo de discriminación, en cualquier ámbito de las relaciones humanas, por razón de género. Desde comienzos del siglo pasado, la comunidad internacional ha avanzado a través de sus diferentes expresiones legales y normativas para alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres.
Pero la realidad es otra muy distinta. Y tanto en el plano laboral como en las relaciones personales continuamos encontrando desigualdades que ninguna sociedad democrática debiera permitir.